domingo, 7 de octubre de 2007

Más vale tarde que nunca


Hoy, lunes, he recordado un día muy especial de las becas. Tan especial que consiguió que voluntariamente, es decir, sin necesidad de que nadie me apuntara con una pistola de treintaicinco milímetros en la sien, yo escribiera en el diario.
Pero alguien se me adelantó, (quizás una chica alta y rubia se de por aludida), y no lo colgaron en el blog de becas europa. Asi que, para que no se quede en el olvido, lo reproduzco a continuación.
Que lo disfrutéis o al menos que lo leáis sin demasiados bostezos:



Lunes 24 de Septiembre, Oxford


Llevaba muchísimo sin escribir nada en este librito. Lo cierto es que lo que he escrito hasta ahora es, seguramente, una mera copia del horario del viaje. Pero hoy, ahora mismo, tumbada en mi cama de Hogwarts (porque sí, esto es igualito que el mundo de Harry Potter), necesito dejar constancia de este día, para recordarlo siempre y porque un día tan maravilloso se lo merece.
Por primera vez en todo el viaje no fue el despertador el que me despertó, sino una intensa lluvia que, sin yo saberlo, se parecía mucho al día que comenzaba. La magia del día comenzó muy pronto, con el desayuno, pues al llegar al
dinning hall descubrí que estaba en el gran Comedor del castillo de Harry Potter. Pero, la verdadera magia llegaría después, con la conferencia, más bien charla, de Pilar Giménez.
Todos estábamos sentados, aplaudiendo como es costumbre en Becas Europa, con nuestros cuadernos preparados para tomar notas... La verdad es que yo sólo pude escribir dos líneas, porque estaba demasiado
ocupada atendiendo a lo que nos contaba de su apasionante vida como voluntaria e intentando contener la emoción. Lo conseguí, conseguí no llorar. Pero sólo hasta que llegó el turno de preguntas y descubrí que hasta Dani, el chicarrón del norte, estaba afectado.
Podría seguir hablando de lloros, emociones, aturdimientos..., pero lo voy a resumir todo en la única frase que apunté, y que espero recordar siempre:

El sufrimiento es la puerta que nos abre al mundo de los demás.

Llegó la comida, en una compañía estupenda y con un coloquio en el que, raro por nuestra parte, las preguntas no fueron de diez, (pero teníamos disculpa, nos habían placado por la mañana). A la tarta de chocolate de la peli de Matilda que tomamos de postre le siguieron unas compras en Oxford, para luego ir a remar (o algo parecido) con el punting. Mi equipo, formado por Alejandra, Marta, José Ramón, Íñigo y una servidora, llegó en segundo lugar, (por la cola, es verdad, pero segundos), y además no nos caímos de la barca, ¡todo un milagro!
Por la noche, en el taller de poesía, conocimos al abuelo de Fernando, a la Irene de Alfonso o los miedos de Alicia. Y lo más importante: nos tocó la vena sensible, preparándonos para la acción universitaria del equipo 5.
Unos encapuchados colocaron un montón de velas formando un corazón, y nos hicieron adelantarnos, uno a uno, para que el resto nos dijera aquello que nos hace especiales. Conocer la opinión de mis 49 becarios; recibir su cariño; decirles cuánto los quiero a todos y cada uno de ellos; que todo se alargara para decir aquello para lo que no habíamos encontrado el momento; los abrazos, los besos, las palabras bonitas; las lágrimas de emoción...
Todo ello hizo que se creara ese momento mágico, familiar, lleno de amor. uno de los mejores momentos del viaje, y de mi vida, estoy segura.
Porque, como dijo Jesús Lleonart,
un poema, un libro, un diario... no es bonito por su forma, ni por su vocabulario; sino porque está escrito desde el corazón. Y aunque yo no vaya a ser el próximo Premio Cervantes, os aseguro que aquí hay, por lo menos cuarto y mitad de mi corazón, y si me apuráis, de mi alma.


Andrea

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