A casa ¿por Navidad?

Hoy por fin he comprendido al turrón. Y no me refiero a que me haya enterado de que está hecho de almendras y de que engorda un montón. No. He entendido por qué solo vuelve por Navidad. y es que, ¡qué difícil es coger un autobus, tren, avión, metro... cuando vas más cargado que Papá Noél en Nochebuena!

Aquello fue todo un show. Mi hermana con su bolso, mi cámara y su portátil; yo con mi mochila, con el portátil y con una maleta en la que podrían caber los "trabajos" de un mes de la mafia y que en vez de eso iba llena de ropa sucia o sin planchar, (es que la arquitectura te absorve y yo no puedo estar a todo). El metro nos esperaba, pero antes teníamos que llegar a él.

Luché contra las escaleras mecánicas hasta que por fin llegamos al andén. Estaba llenísimo. Y llegó el tren, llenísimo también, (que original), y se abrieron las puertas.

Tras sobrevivir a la oleada de gente que se avalanzó sobre mí entré en el vagón. Allí, mirando a todas partes y con la típica expresión de "como me toques la maleta te la corto, ¡y la mano también!", conseguí encontrar un sitio donde sentarme (aleluya). Y así, "comodamente" sentada pasé las trece paradas que me separaban de la estación de autobuses.

Más peleas con un par de escaleras mecánicas, ciertos líos con las dársenas y por fin sólo ¡cinco horas por delante! para llegar a Ponferrada.

Y curiosamente, como si de un sueño se hubiera tratado, ya estoy aquí, en Ponfe, actualizando un blog que no lee nadie pero que yo me empeño en escribir.En mi habitación. En un día especial, en el que las "Ponfe sisters" han vuelto a Ponfe, igual que el turrón.

Andrea